Este texto, uno de los más enigmáticos libros apócrifos del
Antiguo Testamento, fue muy conocido y venerado en los primeros siglos del Cristianismo y por Padres de la Iglesia como
Ireneo, Orígenes o Tertuliano, pero a finales del siglo IV ya fue considerado herético y condenado por la ortodoxia, hasta que se
convirtió en un libro “maldito”. Se cree que fue escrito entre el siglo
I y II a. C. y su conservación se debe a los cristianos etíopes que lo incluyeron en su canon, encontrándose a lo largo del tiempo
versiones en arameo, hebreo y griego, lo que demuestra su difusión de que fuera relegado como apócrifo y se perdiese para el
cristianismo en el siglo V. La obra presenta una primera parte profética y apocalíptica, y la
segunda–sin duda la más famosa- nos habla de los 200 custodios,
unos ángeles de alto rango que descendieron a la tierra, enseñaron a los hombres conocimientos prohibidos y se unieron ilícitamente
con las mujeres teniendo como descendencia a los gigantes. Después continúa con los viajes de Enoc por la Tierra y los cielos, en
los que conoce sus secretos, y con sucesivas visiones y profecías, algunas de ellas asombrosas. En resumen, una obra que es por
derecho propio uno de los apócrifos más importantes y sorprendentes del Antiguo Testamento.