Por qué editar un número sobre el VIH/SIDA, cuando es tanto lo que se escribe sobre esta epidemia? La respuesta la ha dado –y mejor de lo que nosotros podríamos hacerlo– Peter Piot en su introducción, por el que le estamos especialmente agradecidos: porque las Iglesias son necesarias en su empeño contra el SIDA. Hemos hecho este número por los muchos malentendidos –también teológicos– que flotan en el ambiente y sobre los que hay que reflexionar; lo hemos hecho porque Concilium nunca había publicado todavía un número temático explícitamente dedicado al VIH/SIDA; y, no en último término, porque en la teología católica y en su entorno hay tantas reflexiones de peso, que pensamos que podrían interesarles. Como revista apostamos por el medio del lenguaje. Con él hemos intentado experimentar aquí más que en otras ocasiones. En efecto: una de las cosas que buscamos, y no la última, es un lenguaje teológicamente adecuado que vaya al encuentro de una enfermedad que no puede enfrentarse fácilmente con el lenguaje: hemos intentado no recorrer el camino de la mayor densidad de información posible en el espacio más reducido posible. No es ésa nuestra tarea y, de ser necesario, tal ofrecimiento puede encontrarse en otros medios. Hemos intentado más bien mostrar por un lado los rostros que se esconden detrás de los números y de los hechos, y, por el otro, cumplir nuestra genuina tarea de ensayar análisis desde la perspectiva teológica y de elaborar propuestas para la praxis teológica. Como las dos editoras responsables toman la palabra al final del número, queremos limitarnos aquí a agradecer muy cordialmente.